... es lo último que se pierde, la cultura
La noticia de un inicuo cambio en el resultado de aquel concurso de belleza en la triple frontera se ha vuelto viral a escala loretana. La gente comenta indignada y sale el discurso patriotero, ¡¡¡Que cómo es posible!!! También hay quienes se han detenido para resaltar la reacción compulsiva de autoridades y sus frivolidades. El Alcalde de Maynas declara como un asunto de Estado la "injusticia del acto". 140 mil soles de presupuesto destinado para participar en un evento de bailongos y agregados en una jurisdicción que no le corresponde Y en contraparte, el desaire sufrido al VI Encuentro de Orquestas Sinfónicas y Coros Infantiles Juveniles en Iquitos no dista en un ápice a cualquier episodio cultural del pasado donde a autoridades se les pedía cuota de participación y miraban a otro lado, algo así como Eso de la cultura que no entiendo, y que suena aburrido, no va conmigo y mi gestión.
El fuego fatuo de lo farandulero calza bien en el modo de tirar plata al río. Es parte de esta "tradición" de "profesionales" que se suben al bus de los gobiernos regionales y municipales. Pero en sentido de lógica estricta, no habría por qué indignarse si es lo que tenemos estructuralmente como individuos que pueblan este país. Lo que no debe guardar justificación es cuando de dinero perteneciente a una comunidad que aporta por medio de tributos vaya a parar de la manera más unilateral en trivialidades que tanto se aman por aquí.
Así, por ejemplo, los párrafos siguientes vienen de la crónica «La única mujer en el café», dedicada a Marina Díaz y aparecida en el libro Nunca antes y Nunca después (Tierra Nueva, 2024). Luego de su lectura, juzgue usted si la tijera con el que se cortaba a políticos y autoridades no sigue siendo la misma que corta a las actuales.
«El 5 de septiembre de 1988, los precios se disparaban en todo el país. Marina (Diaz) recuerda bien la fecha. Era la hiperinflación de Alan García que incontenible explotaba. Un año antes, en Huancayo, en 1987, el comité organizador había designado la próxima sede para la Muestra del Teatro Universitario. Iquitos era la elegida.
Pero aquel 5 de septiembre de 1988, los costos se habían elevado a niveles indecibles que el presupuesto proyectado un año antes resultaba ahora una cifra ridícula e irrisoria. Justamente, aquel día llegaban, con la mayor de las emociones, una compañía artística de rebeldes sin causa aparecidos de todos los rincones del Perú. Doscientos jóvenes de las delegaciones de Ayacucho, Huancayo, Cerro de Pasco, Lima, Ancash, Huaraz, Trujillo, Tarapoto, a quienes, como huéspedes, se tenía que alojar.
Esta tarea en medio del caos y del colapso del país, la de proveerles techo y comida, se ubicaba en la última de las preocupaciones unapenses. Así que, ante la indiferencia de la universidad, Marina Díaz Guzmán tuvo que sacar dinero de su bolsillo para darles de comer y luego buscó ayuda a través de la radio dónde hospedar a aquellos jóvenes del norte, del centro, del sur del país. La Cordelor, el equivalente al gobierno regional de aquella época, se negó.
Oportunamente, la administración del IPD de aquellos años los acogió en el viejo coliseo Juan Pinasco Villanueva, así como el comedor universitario, atendiendo en tres turnos para aquella juventud de espíritu trovador».
Véase, pues, en retrospectiva, el aserto de «la última rueda del coche». En el presente, los gestos por parte de la Municipalidad de Maynas ha sido la de otorgar permisos, pues «es parte del trabajo de ellos», como bien señala Daniel Manrique, Director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Loreto. Mas en lo que respecta a proveer de medios económicos para, por ejemplo, la alimentación de los invitados, los pedidos han sonado como las palabras de alguien en un salón vacío.
Vienen elencos de todo el Perú; más de seiscientos jóvenes de Piura, Arequipa, Pucallpa, Huánuco, Cusco, entre otras ciudades. Y por lo vertido, el «No se oye padre» es para la cultura. En razón a la predecible indiferencia, el Patronato de Padres de la Orquesta Sinfónica de Loreto ha venido realizando actividades pro fondos. A estas actividades se van acumulando los «granitos de arena» a través de donaciones y colaboraciones individuales por Yape.
Pese a lo descrito, los organizadores no pierden la fe que se abrirán puertas a último momento. Un imprescindible es conseguir la cuota para el alquiler del Coliseo Cerrado, y el evento se inaugura este sábado 26 de julio.
Pero, fuera de la sordera de municipalidades y gobiernos regionales, lo más importante es el público; la presencia del pueblo iquiteño en el Coliseo Cerrado. Como señala Daniel Manrique, «Sería desalentador ver las butacas vacías. Es fundamental la presencia del público. Los chicos necesitan sentirse valorados».
Aquí soltamos la invitación para este sábado 26 en el Coliseo Cerrado. El ingreso es libre, gratuito. El evento se extiende hasta el 30 de julio. Una oportunidad para apreciar arte y cultura. Vayan. Es nutriente salirse de lo chatarrero.