#ElPerúQueQueremos

El "tráiler" del Crucero

Columna extraída de Pro& Contra - Amazonía Digital

Por Marco Antonio Panduro

Publicado: 2023-05-09


 

Al avance de una película se le conoce comúnmente como “trailer”. El tráiler es la proyección de manera resumida que se proyecta poco antes del estreno del “film”,y mientras se mantenga en cartelera. Su objetivo es de atraer más público a las salas de cine.

Hay algunos tráilers que NO hacen justicia a la producción cinematográfica que promueven. Así, por ejemplo, será difícil darse una idea de la narrativa del filme en un tráiler que no ha sabido transmitir su trama, o puede que esta creación audiovisual resulte muy compleja para condensarla en tan pocos minutos; y necesita verse de principio a fin, si queremos entenderla en su verdadera dimensión.

En otros,en cambio, el tráiler le hace gran favor a la producción hecha. Es decir, el avance de unos minutos de duración se deja ver, y está magnífico e interesante; cumple con su cometido, el de crear expectativa, pero una vez vista la película, la audiencia sale con cierta desazón, hasta de estafa, se diría, como que esperaban bastante más. En todo caso, felicitaciones al equipo de publicidad que ha sabido vender bien su pan.

La noticia de la llegada a Iquitos del Crucero de lujo Hanseatic Spirit, hace unas semanas, proveniente de los Países Bajos, además de haber provocado hilarantes posts en las redes sociales Made in Iquitos –solo de aquí pueden salir ese tipo de bromas–, como que una bella holandesa prefirió quedarse en Iquitos, y que el gran barco se fue sin ella, fascinada y embrujada por la belleza de la ciudad, cuando la oxigenada rubia ni siquiera era “ella”, y “ella” tampoco de Holanda venía, y era más bien… Bueno, ya saben…

En ese lapso con aire a noticia de pueblo y bombardeo noticioso a los que se sumaron los medios nacionales, ninguno de entre los grandes medios ha informado esto,hecho un reportaje en el sentido estricto, y ha quedado en la anécdota, en la mirada folklórica, y la forma en que se abordó este evento es como el tráiler de un largometraje que a quienes compete no quieren tomarse la molestia de ver.

Bien pudo ser la noticia en cuestión el disparador de un “reportaje-denuncia” donde se hiciera un contraste sobre el estado de las calles céntricas de Iquitos, de sus inconmensurables basurales en las esquinas –aunque en aras de la objetividad,desde el inicio de esta gestión municipal, ha habido avances (funciona el cartel VECINO, AQUÍ NO ES TU BASURERO, LA LIMPIEZA DE IQUITOS NO SOLO DEPENDE DEL ALCALDE, SINO DE LA EDUCACIÓN DE SU GENTE), puesto en las afueras del Colegio de Leones, por ejemplo); y por el momento –solo por el momento–, en algunos sectores, la gente da muestras de comprensión lectora y sentido de comunidad.

Mas a un visitante le importa poco las historias municipales y sus cambios de gobierno,si la anterior fue desastrosa, o si esta pinta mejor. Tampoco un foráneo, un turista, pasa por aquí para darle el beneficio de la duda a la actual gestión regional que este año se ha estrenado. Al final de cuentas, la imagen es una sola, en este caso, el de la ciudad. La primera impresión –sin opción a una segunda chance– es la que cuenta. Y el turista, el visitante, el foráneo, se va con lo que ha visto. No hay mirada para atrás ni lo que hay por delante.

Considerando el estado de la zona monumental de Iquitos, no deja de llamar la atención este párrafo extraído de un medio de la capital «[…] personal del Gobierno Regional de Loreto, junto a representantes del sector turismo de cada distrito, brindaron un recorrido a los turistas por los principales atractivos turísticos de Iquitos».

Algún devoto católico habrá exclamado, «¡Señor de los señores!». Imagínense la cara del funcionario –si la tiene de palo, la cara, pues no hay problema– mostrando a nuestros ilustres visitantes este ejemplo modernidad, ornato, orden, limpieza –la calle Raymondi, por ejemplo–.

En relación a esto, habría que preguntarse sobre las condiciones de receptividad turística en Iquitos y alrededores. Hace unos días, con motivo de las celebraciones de Nauta, ha circulado en las redes, casi como broma el: «¡Apúrate,que si no llegas a tiempo a separar tu hospedaje, corres el riesgo de dormir en la Plaza!».

Y sobre los hasta ahora elefantes blancos encabeza la lista el Hospital Apoyo Iquitos César Garayar García, construcción iniciada durante la gestión del señor Meléndez. Ha concluido el periodo del señor Ochoa, y ahora ha tomado la papa caliente el nuevo gobernador.

En segundo lugar en la lista se ubica el antiguo colegio Rosa Agustina Donayre de Morey, ahora una mole de concreto, inacabada, y cercada con calaminas que los últimos ventarrones amenazan llevarse por los aires, y con decapitarse a algún motociclista distraído que pasa por ahí.

Se ignora la fecha de su apertura, pero es de una responsabilidad descomunal postergación tras postergación, consciente, deliberada, en estas obras de una ciudad que pareciera en escombros, pues pareciera que el bombardeo noticioso ha surtido efecto. Consecuencia inmediata: alumnos que estudian en ambientes improvisados y decadentes. Consecuencia a mediano y largo plazo: futuros adultos que han crecido en una atmósfera de menosprecio, asumiendo por ósmosis, casi, el mismo patrón de conducta de mediocridad.

En realidad,nadie se salva. Son los tiempos de los loretanos sumado a los intereses rapiñas y la indiferencia. El día dura 48 horas. Una semana es un mes. Y el conteo de trescientos sesentaicinco días equivale a tres años, mínimo. El problema radica más en reconocer que la población es parte del problema. Y quizá –solo quizá– lo que haga falta a los políticos y autoridades sea pisar grava, tierra de verdad. Mucha camioneta con lunas polarizadas y personal de seguridad y un corte de funcionarios de “alto rango”.

Para entender mejor una ciudad es necesario despojarse de ínfulas de estrella de rock, y hace falta que las autoridades salgan, caminen, se suban a los “jumbos”(esto último es muy importante: subirse a un “jumbo”). Vamos, que se suba la comitiva de “alto nivel” y que cada uno pague su pasaje (2 soles, tarifa urbana). Ver dónde están los cuellos de botella, irse de un lado a otro,bambolearse ante las intempestivas maniobras del chofer de bus. Llegar hasta el terminal y observar que campea la informalidad y el día a día.

Lo hacen algunos, es decir, deben ser todos. Salen a las calles, aunque sea para la foto, pero con aires de celebridad de Hollywood. Prima el baño de popularidad. Personal de seguridad los protegen, piden que se les pase botellas de agua mineral, y miran el paisaje cual déspota Nerón. Pero hay que ver la película. No basta el tráiler, en este caso. El tráiler puede ser engañoso, un vende-ilusiones. Y no solo hay que verla completa, recorrérsela entera, de cabo a rabo, sino saber ver bien la película; como cuando se hace un recorrido a la ciudad de la que se siente preocupado.


Escrito por

Marco Antonio Panduro

Nacido en Iquitos (1974), autor de APUNTES PERDIDOS (2020) & LOS AMANTES DE MI ABUELO (2023)


Publicado en